Historias de Vida: Longko Jose Collueque - TENEMOS QUE ANDAR UNIDOS COMO LOS DEDOS DE LA MANO

Durante el Primer Encuentro de Jóvenes Mapuche, realizado en la localidad de Ingeniero Jacobacci, se contó con la presencia del Longko José Collueque, de la Comunidad de Cerro Bandera “Cume Piuke”, quien charlo con los mas jóvenes y dio a conocer su historia de vida, dejando muchos consejos que le habían sido transmitido a el de la misma forma.

“Cuando los ancianos se juntaban en las señaladas, yo estaba ahí escuchando, así aprendí el mapuzungun y los consejos que eran muy buenos”, así comenzó Don José a hablar ante la atenta mirada de todos los presentes.

“En aquellos tiempos, la vieja enseñaba a la hija y los viejos enseñaban a los hijos. En primer lugar había que respetar a los ancianos y hablar el mapuzungun. Eso es clave para el Mapuche, debe enamorar con eso.

Recuerdo siempre los tejidos que se hacían; poncho de guanaco, matrones, que luego se cambiaban por animales. Mi abuelo era muy bueno para hacer lazos tranzados, riendas, potreras….esto allá por el año 1892, cuando no tenían muchos animales.

Mi papá me contaba que el también trenzaba, todo el día, y cuando por ahí se dormía, venia el azote del abuelo, con un consejo.

Así me enseño mi viejo también, con la pala desde la madrugada. No salía el sol y ya estaba él tomando mates con un asado en el fuego. A veces cuando hacia viento frió no te dan ganas de levantarte, pero el viejo te llama dos veces, a la tercera te levanta.

Hay que tener amor por el trabajo y si ustedes tienen estudio, tienen que tener amor por ese estudio, y así poder llegar a pelear con estos terratenientes que llegaron en 1905 y en 1910 empezaron a quitarles los animales y campos a los hermanos.

En el año 1929, recuerdo bien, cayó la ceniza que mato a todos los animales, en 1930 empezaron a arriarnos y a la fuerza, con la policía, nos alambraron los territorios. Y nos dejaron amontonados en un rincón, peleando entre nosotros por la tierra. Y ellos riéndose.

A mi me paso eso, me metieron preso con la policía y mientras yo estaba en la cárcel, me alambraron el campo.

Cuando llegaron trajeron un lindo cuento, nos palmearon el hombro. Uno llegaba al boliche y decían – ¿Se sirve una ginebrita?- Y así nos empezaron a amansar, y de a poco nos fueron quitando las tierras, que era cuando nos daban la “palmadita” final.

Eso pasaba porque no teníamos estudio, solo sabíamos del trabajo en el campo, pero cuando llegaron con las mercaderías y las bebidas, nos arrearon, nos quemaron las casas y después nos alambraron el campo.

Ah! Pero también nos quitaron el estudio, nosotros en las escuelas teníamos aulas apartes, los hijos de los winka no aprendían como nosotros, ellos aprendían bien y antes que nosotros. Además nos quitaron la lengua, prohibieron el mapuzungun con la policía.

Una vez recuerdo, yo estaba en la casa de mi tío que me mando a hacer la limpieza. De repente llego un caballo con un policía, Morente de apellido. Se bajo y me empezó a hablar, pero no le entendía y el tampoco a mi, porque yo solo sabia el mapuzungun.

Entonces agarre y puse la pava, hice unos mates y mientras los preparaba el me hizo unos gestos con las manos para que le convide, y yo le di. Después llego mi tío, y habló con él, y me explico a mí que había que indicarle un camino al winka, bueno lo acompañe.

Cuando volví el tío me dijo que tenía que aprender a hablar “la castilla”, porque el policía le había dicho que no se podía hablar más en lengua. Y bueno, mi tío me trato de enseñar; me acuerdo que yo sabía andar repitiendo, agua, agua, agua….

Tenia que aprender, sino lo iban a meter preso a mi papá, y llego un punto que casi hasta me olvide el mapuzungun recién en 1985 empezamos a hablarlo otra vez.

Nos corrieron hermanos… La última corrida la hizo Julio Roca, nos arrastraron hasta lo que hoy es Chile, y muchos volvieron, por eso decían que éramos chilenos.

Mi costumbre ha sido andar muy solo peleando por mis tierras, pero no tanto, porque tengo a mi padre que esta en el cielo, ese nos da todo, sabiduría, entendimiento, amor…todo. Vos querés trabajo, pedile a ese que esta allá arriba.

Espero que este consejo les llegue y se los transmitan a sus hijos. En aquellos tiempos, a todos los jóvenes le lavaron le dieron vuelta la cabeza. Ahora son ustedes los que tienen que llevar este consejo y recuperar el territorio que nos robaron”.

De esta manera el Longko José Collueque transmitió su sabiduría a los más jóvenes, que no dudaron en aprender de estos consejos.

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