Texto tomado del Museo Nahuelpan, Esquel
Sentada junto a su chuchu (abuela materna), la niña hace girar el huso una y otra vez.
Una hebrita comienza a nacer y se va engrosando de a poquito.
La chuchu observa. pensar que hace tiempo vio a su hija en el mismo tranquito, a la entrada de la ruka (casa).
A ella también se le engrosaba la lana. Mientras tejía en su witral (telar), la chuchu dijo a la pequeña niña:
"Un día una chiquita lavaba en el río, llegó un anciano y se la robó, se la llevó para sus tierras.
Se casó el hombre con la chiquita. Dicen que le dijo:
-Me voy a otras tierras, cuando yo vuelva, me tenés que tener
toda esta lana hilada. Se fué el anciano y la malén, quedó llorando
junto al fogón, no sabía hilar.
En eso, el kutral kushe (fuego anciana) le habló:
-No tienes para qué afligirte tanto, yo voy a llamar a Lalliñ Kushe, para que te ayude.
Al ratito, apareció bajando por el fogón, la araña anciana y le dijo a la chiquita:
-Tienes que hacerlo como yo. Mírame y aprenderás a hilar.
Así pasaron los días. Cuando el hombre llegó las
lanas estaban hiladas. Lalliñ Kushe fue a ayudar a la niña todas las
noches y juntas terminaron el trabajo"
Mientras la abuela relataba, la niña se esmeraba más en su
hilado. En una de las esquinas de la ruka, justo en un rinconcito, la
araña anciana ve pasar una niña tras otra.
Ella ya casi no baja. Las abuelas se encargan de contar su historia y de enseñar el hilado a sus nietas.