Ambrosio Ainqueo vive actualmente en Esquel, despues de haber
sido desalojado del Boquete Nahuelpan, donde vivía con su madre y su
hermanita. En esta entrevista nos cuenta sus recuerdos de esa época.
El desalojo de la comunidad Nahuelpan fue en
el año 1937, creo que en el verano, entre los meses de noviembre y
diciembre que es la época en que los hombres salen a la esquila, en las
casas estaban la mayoría de las mujeres solas con sus hijos. No se si
fue con previo aviso porque yo tenía apenas ocho años.
Ese momento fue tremendo, yo pienso que en
esos tiempos pensarían que nosotros no teníamos alma, que no éramos
seres humanos por la manera que nos trataron. Esta es una cuestión que
no solamente pasa acá sino en todas partes, pero así tan asquerosamente
como lo hicieron con nosotros, no creo.
No te puedo decir quienes fueron las personas
que nos desalojaron. Eso no te lo puedo decir, que te lo diga otro.
Sabes por que no te lo digo? porque los bisnietos están en Buenos Aires y
no voy a dejar mal a esos chicos por culpa de esos viejos.
La policía estuvo presente, yo no conocía ni
camión ni auto, prácticamente nada, ahí no entraban vehículos. Además yo
no sabía hablar el castellano porque mamá solo sabía hablar en mapuche,
por eso fue el único idioma que aprendimos allá. Le agradezco a la
vieja porque a veces me pongo a hablar mapuche y veo que es muy poca la
gente que lo domina bien, mucho menos la juventud.
Yo vivía con mi mamá y una hermana mayor de nueve años, que falleció al poco tiempo (del desalojo).
De repente llegaron con los camiones y le
habrán dicho algo a mi madre pero ella no entendía nada y empezaron a
desclavar las chapas, porque nosotros no vivíamos en toldo, era una casa
grande de adobe. Nos sacaron todo completo, todas nuestras cosas de la
casa y las cargaron; después pusieron todas las maderas del techo, las
chapas, todo lo que entró fue arriba del camión sin ninguna
consideración. Mi hermana y yo llorábamos, ¡qué mas íbamos a hacer!,
prendidos de la pollera de mamá y ella miraba nomás.
De la casa solo quedaron las paredes,
terminaron ahí y se fueron a una cocina vieja que nos había dejado mi
difunta abuela, que tenía techo de junco y tiraron algo, yo pensé que
era agua pero era querosén o nafta. Cuando prendieron el fuego ese no me
olvido nunca mas, después fueron al galpón de esquila y ahí hicieron lo
mismo. Quemaron todo, yo a veces no quiero ni recordar porque me da
tanta bronca y desprecio para el ser humano.
Si yo hubiera sido mas grande, a mi no me
sacaban: no sé como pero no hubiera salido, pero era una criatura y no
podía hacer nada.
Nos trataron mal, por eso yo pienso que en
ese entonces ser aborigen era como una mala palabra, era como si fuera
cualquier cosa menos una persona.
Fue una cosa desesperante, después nos
subieron arriba del camión y nos trajeron para Esquel, nos llevaron del
otro lado del arroyo, terreno actualmente ocupado por el barrio
Ceferino, y descargaron el camión ahí y nada más. Mi madre puso cuatro
chapas y unas maderas y ahí pasamos esa noche.
Al otro día nos levantamos temprano y menos
mal que se daba maña la vieja, empezó a levantar una pared francesa,
colocó primero unas varas de sauce y después las cubrió con barro.
Después agregó maderas y chapas, hizo una pieza pequeña de cuatro por
cuatro y ahí hacíamos todo: dormíamos, cocinábamos y mamá trabajaba
haciendo telares y con eso nos alimentaba.
Sacaron más de 300 personas y las llevaron a
distintos lugares: algunos a Gualjaina, otros a Cushamen, Lepá y en Lago
Rosario y Sierra Colorada está el grueso de la comunidad Nahuelpan. Es
lamentable pero es la verdad, muchas veces vienen acá a mi casa a
preguntarme que fue lo que pasó, si es un estudiante o un joven, bueno,
le cuento mas o menos, pero si viene gente grande para averiguar nomás,
nunca hablo. Porque no saben los de esta época pero los que fueron de
aquel entonces si, y yo no sé que habrá hecho la gente de Esquel
sabiendo que sacaban a los aborígenes de la manera en que nos
desalojaban y no puede ser que ahora me vengan a preguntar que fué lo
que pasó cuando ellos no hicieron nada para ayudarnos, yo en parte le
hecho la culpa al mismo pueblo de Esquel.
Tuve una infancia que ni recordar quiero, yo
te digo que eso fue lo mas feo que pudieron hacer, esa gente, por lo
menos hubieran tenido un poco de compasión con las criaturas pero no,
para todos el mismo trato. Ellos están sepultados acá y deben toda la
mortandad de aborígenes de Nahuelpan, todo por poder y riquezas,
solamente Dios los puede perdonar porque hasta el día de hoy me duele
todo lo que hicieron.
Yo llegaba a tener visiones por el hambre que
sufría, mi hermanita murió de pena y de hambre, por la mala
alimentación porque nosotros allá teníamos de todo y de la noche a la
mañana nos hicieron pobres. Ella se enfermó y en ese entonces no había
remedios, había una pastilla blanca que mi mama decía no servía para
nada, ella también fue médica pero como mi hermana era una criatura le
agarró una infección en los pulmones que terminó con su vida.
Empecé a ir a la escuela a los nueve años,
fui a la escuela 38 (actualmente 112) que hace poco cumplió 80 años, me
costó como tres años aprender o al menos balbucear el castellano, me
acuerdo que me presentaban la figura de un perro y toda la clase decía
“perro” y me preguntaban: a ver Ambrosio? y yo contestaba “tregua” que
era como aprendí a identificarlos en lengua nativa. Habré sufrido en esa
escuela, después decían que los aborígenes teníamos piojos por eso nos
ponían Gamexan, un veneno para matarlos y nos pelaban la cabeza, algunos
tendrían pero no todos, mamá era una mujer muy limpia. No termino de
agradecerle todo lo que hizo, por todo lo que sufrió pero ningún hombre
la dominó. Mi padre era árabe pero luego de diez años ella tuvo otra
pareja de origen italiano, padre de mi hermano menor, que fue quien
ayudó a terminarnos de criar.
Por lo menos ahora estamos en la Constitución
Nacional, algo es algo, ya al aborigen lo respetan más que antes. Hoy
precisamente me enteré que les van a otorgar el título de propiedad
entonces así no los pueden desalojar, pero cuantos personas murieron
hasta el día de hoy para que esto sea una realidad? Antes los engañaban,
les hacía firmar un papel pero no sabían de qué se trataba
verdaderamente y así les quitaban sus tierras y ellos se adueñaban.
Luego en Nahuelpan hubo una restitución de
tierras de algunas leguas usurpadas, solo para los descendientes
directos del cacique Francisco Nahuelpan. Luego que este falleció, le
sucedió su hermana Isabel, que fue la primera mujer cacique que hubo
acá. Después estuvo Mariano Antieco Nahuelpan y mas tarde, Teresa
Antieco, dos mujeres cacique tuvo la comunidad, actualmente está al
frente Sergio Nahuelpan.
Yo ya no tengo problemas pero hay otros que
todavía los tienen, en especial la juventud que ha perdido todo,
solamente tiene el apellido. Con respecto a la lengua no los culpo
porque yo usaba la lengua nativa y a veces me cuesta hablarla ahora, que
será de aquellos que nunca tuvieron un contacto con alguien que les
enseñara.
No veo muy bien la manera de trabajar de
ellos, son muy atropellados, hay que respetar un poco más y no abusar de
la situación, hay que ser mas humilde, porque como le vas a hacer la
guerra a los blancos, en la Argentina no somos tantos además que son
ellos (los blancos) los que están al frente del poder.
Después del desalojo mi madre empezó a ir a la escuela y a los 17 años yo ingresé en la banda del Regimiento como músico.
Luego me fui a Posadas, Misiones, allí conocí
a la patrona y formé una familia con cinco hijos. Luego de trece años
volví a mi tierra y acá nacieron mis otros dos hijos.
Le preguntamos a don Ambrosio si querría compartir algun recuerdo de las ceremonias con nosotros, y esto nos contaba:
En el Camaruco soy trutruquero, en Nahuelpan esa ceremonia se hace en Marzo.
Recuerdo que antes los matrimonios eran
arreglados, no era como ahora que uno puede elegir. Cuando un joven
pretendía una esposa, la elegía por su voluntad pero era su padre quien
tenía que ir a pedir la mano y negociar el precio que cada padre imponía
por su hija.
La chica a veces no sabía de quien se
trataba, porque ni siquiera lo conocía. Compraban a la novia con
animales, por ejemplo con una tropilla de un solo pelo, con ovejas o
vacas, lo que sea que el padre pidiera por lo que le había costado la
crianza de su hija.
Cuando llegaban a un acuerdo, entonces ahí se armaba el casamiento a veces sin amor, sin nada.
Yo fui al entierro de Aimé Paine, en Río
Negro, fue la primera vez que presencié un entierro en ritual mapuche.
La hermana Mercedes Nahuelpan, ya fallecida, organizó y fuimos catorce
aborígenes de acá, entonamos muchos Tayiel (cantos) en lengua mapuche.
Había mucha gente de todas partes y clases
sociales, desfilaban los chicos de las escuelas, la tuvieron que sacar
de la sala velatoria al patio por las inmensas colas de gente que había
para despedirla. De ahí la llevaron hasta el cementerio a caballo, en un
carro, y toda la gente acompañándola a pie.