Eduardo Paillacan - el cantor mapuche de Esquel

Por Ignacio Prafil, Nodo Buenos Aires 

Nos encontramos en la sede del Nodo Esquel con un peñi, un gran hermano, Eduardo Paillacán, músico perteneciente a nuestro pueblo.
 
Es un gusto saludarte Ignacio, y a través de esta pequeña charla que vamos a tener me gustaría saludar a todo aquel que pueda compartir nuestro mundo desde el arte.


Eduardo, en tu último disco escuché un tema muy importante que está ligado a la cuestión del reclamo acerca de la explotación de la mina acá en la ciudad
La producción discográfica, la llevamos adelante con mi esposa, Marisa Pérez Serrano. Trabajando juntos, criando nuestros hijos y a la vez haciendo esto que nos regaló la vida que es cantar, las cosas que sentimos y que pensamos.

En el último disco, incluimos un tema, para que toda la gente que se quiera acercar a esta historia del porque "no al emprendimiento minero", pueda verlo desde un punto de vista diferente. El nuestro esta resumido en una canción que para mí es muy importante.

Yo tuve peumas que me revelaron historias que sucederán. Después de esos sacudones del alma, del espíritu, pude buscar las raíces muy antiguas, que son de mi abuelo paternal. El llevó banderas del camaruko adelante, por medio del peuma, como debe ser, acá en lo que es la comunidad del Lago Rosario, en los años 70. Ese abuelo que soñó con Futachao, que tuvo el mensaje, que supo obedecer, llevó adelante el camaruko varios años en la comunidad del Lago Rosario. Fue un lonko espiritual de esa zona.

Yo no me crié muy cerca de mi abuelo, lo conocí de grande. El contó su sueño, contó su peuma allí por los años 70 y un recopilador, que se llama Mario Silva, lo pudo editar en un disco que ahora presenta en las entidades culturales, en las escuelas. Ahí esta el testimonio de mi abuelo, es el surco número siete. Pude saber que mi abuelo era una persona que permanecía abierta a todo lo que era la parte espiritual, peuma, y que también había investigado.

Nuestro dios, nuestro Futachao, nos envía mensajes para que uno los vaya captando. Hay que estar atento. Cuando nos entregamos al mundo espiritual están todas las señales. Me di cuenta que yo había heredado un poco esa historia por ser nieto directo y por haber soñado el tema de la explotación minera antes que eso sucediera.

Eso da razón a la canción, una canción urgente en estos tiempos. Lo pudimos resumir con mi señora en un disco, llamado WILMANCO, el mismo nombre que la gente le dio al cerro, en memoria, de un antiguo poblador galés, Guillermo Juan Roberts, que en el año 1890, vivió al pie de ese cerro.

Escribí la canción para poder contar la historia de este pueblo, y a la vez hablar con fundamento sobre lo que puede ocurrir. Soy un comunicador y tengo la certeza de que por esa razón recibí ese mensaje.

Hoy existe un lugar específico, con las puertas abiertas para los músicos, interpretes, poetas que llegan a Esquel, ¿Cuál es su historia?

Es el Farolito Verde, una peña que en la década del 70, floreció en este mismo lugar, en la calle 9 de Julio. En ese año yo tenía más o menos 12 o 13 años, mi hermano, mi cuñado, éramos todos pibes y cantábamos acá jueves, viernes y sábados. Así nos ganamos nuestros primeros pesos para comprar los ponchos, bombos, guitarras, para nuestro trabajo. Teníamos el alma de los cantores.

Hoy, 30 años después, hemos resumido en este local la misma historia para encender otra vez la luz del Farolito Verde y poder rememorar viejos tiempos con los amigos que todavía quedan. Algunos ya se fueron de aquí, de la tierra, gente que estuvo a cargo de este lugar, el señor Mario Sosa y Tito Rojas, que fueron los últimos dueños de este lugar.

Esta es la última peña estable de Esquel. Nosotros la inauguramos en enero y bajo el amparo y la comprensión de la gente de cultura estamos funcionando. Este local es un lugar de encuentro con nuestra cultura autóctona, para la gente que visita Esquel, que es mucha, y desea tomar contacto con la cultura originaria de estos lugares.

Somos familias que estamos cumpliendo cien años junto con el centenario de esta población en este valle. La comunidad Paillacán Mariuan, somos dos familias que han crecido mucho, vinculadas al arte. Familia de trabajo, a la que se van sumando compañeros.

Como músico experimentado se que no es fácil el camino, pero las cosas que cuestan las cuidamos y las valoramos con todo el amor que podemos. Esto es el Farolito Verde, en este último tiempo, más moderno, más actualizado. Estamos con Marisa Pérez Serrano, mi señora, mi hermano Rubén Paillacán, mi cuñada, Nora Mariuan, el Caisa Simoneli, viejo cantor también, dándonos una mano en este Farolito Verde que renace con toda la fuerza.

¿Cuál es el propósito que tiene Farolito Verde a partir de este centenario que se va a dar aquí en Esquel?
Por una parte, es una cuestión artística y musical por excelencia. Rememorar viejos tiempos, acercar a la gente que hizo historia cultural. Vamos a estar en la plaza de Esquel para la conmemoración que se va a llevar adelante, como Farolito Verde, con sus integrantes de antes y de ahora, chicos jóvenes que aportan lo suyo. Allí nacerán seguramente muchos proyectos en conjunto o individuales, para los músicos, para otra gente que quiera grabar sus discos, para el que quiera editar.

Nosotros tenemos experiencia para asesorar también. Ya lo estuvimos haciendo hace un par de años atrás con una casita cultural "Utopía Rupestre" donde pudimos grabar cinco discos de cantantes locales. Ese es uno de los focos del Farolito.

Otro foco sería poder atender a la gente que viene de visita, una visita que nos debemos hace muchos años. No nos gusta llamarlos turistas, nos gusta decir paisanos nuestros que vienen a visitarnos, que alguna vez les devolveremos la visita. Poder acercarles un poco la historia de Esquel, historia ancestral, hablarles un poco de espiritualidad, también ayudados por algún documental de algún guillatún, algún testimonio de las abuelas. Mucha gente se va encantada. Nosotros estuvimos 2 o 3 años trabajando en esa casita cultural y aquí ya va a empezar a renacer ese comunicarse con la gente.

¿Qué pensás de las nuevas tecnologías? Como músicos, ¿disponen de alguna página web?
Nosotros somos una generación de 43 años, que hemos vivido la mitad de nuestra vida lejos de lo que es la tecnología. De quince años a esta parte hemos podido acercarnos a ese mundo, aprender parte de la tecnología, usarla como herramienta a nuestro favor. Vimos resultados que son altamente positivos. Estos últimos discos que estamos editando, los hacemos nosotros en casa. Podemos grabar, ecualizar, masterizar, hacer nuestra gráfica, a nuestro gusto. Si la tecnología uno la hace jugar a favor de su propósito, en buena hora.

¿Algún mensaje para los mayores, para los jóvenes, y para los que van a tener la posibilidad de escucharte y verte?
Para los abuelos que se interesen en comunicarse pueden también hacerlo. Nosotros somos trabajadores que creemos mucho en el fruto del trabajo. A los jóvenes, a trabajar, quieren cantar canten, quieren tocar la guitarra, practiquen, estudien. Todo, por pequeñito que sea háganlo bien, lo mejor posible. Nosotros nos dedicamos a la música desde muy chicos sin detenernos. Eso ha dado resultados y reconocimiento. Por ejemplo este año, el señor Giménez Agüero, un hombre que ha batallado, a su manera, en el campo de la canción patagónica, nos invitó al escenario mayor de Cosquín. Y los abuelos, mi respeto por siempre, porque de ellos hemos aprendido y seguimos aprendiendo siempre, ellos son la fuente.

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